Los componentes de aluminio fundido pueden sufrir tratamientos superficiales como anodizantes para mejorar su apariencia, resistencia a la corrosión y resistencia al desgaste, lo que los hace ideales para entornos hostiles. Este proceso mejora la suavidad y la dureza de la superficie, pero puede reducir ligeramente la resistencia a la fatiga y aumentar los costos de producción. Las piezas no tratadas tienen una superficie más rugosa con defectos potenciales como la porosidad y las rebabas, que ofrecen una menor corrosión y resistencia al desgaste, pero a un costo más bajo y con propiedades mecánicas sin cambios. La decisión de tratar o no depende de la aplicación: los tratamientos superficiales son los mejores para sectores exigentes como automotriz, aeroespacial y electrónica, mientras que las piezas no tratadas se adaptan a aplicaciones con requisitos de superficie más bajos, como componentes industriales o estructuras internas.